Día ácido, muchas compras
Para mi me he comprado un iPod classic, así que el mío de ahora (de 60 gigas, y 4 años), lo heredará Montse con mucho gusto. Luego un par de camisetas de Obama para mi padre y para mi, ya que para una vez que coincidimos en gustos políticos, hay que “celebrarlo”. Unas zapatillas Puma clasiquillas, como las que ya no venden por Madrid, y unas botas Oakley con unos calcetines (que ando escaso para el viaje). Por último, un regalo sorpresa de la tienda Oakley para Montse, que la he dejado abandonada estos 10 días, y encima se ha comido el susto y marrón de cuidar de Quantum, mi hurón, que está ingresado. Me falta encontrar un regalo para mi madre, que la pobre se lo merece todo y más, y también la he “dejado solita”, cuidando a mis tíos en Galicia, que están muy pachuchillos. Realmente llevamos una mala época en lo familiar, pues mis tios de Galicia (que son como los padres de mi madre), están muy viejecitos, y pasando una mala época, además andan solitos en la aldea y es una verdadera pena pensar en que estén solos y no todo lo bien atendidos que deberían.
El día empezó ya “jodido”, porque Montse me avisaba por sms a primera hora de la mañana, contándome que habían ingresado a mi huroncito, Quantum, porque estaba obstruido. Parece que hace tiempo se tragó un hueso de cereza y ahora ha bajado al intestino obstruyéndolo por completo. Gracias a que Mon se ha dado cuenta que estaba poco activo y ha reaccionado a tiempo, puede que se haya salvado, aunque este fin de semana va a ser crítico. Me da muchísimas pena estar tan lejos, porque quiero a mis hurones como a pocas cosas en este mundo. Son unos animales super juguetones, cariñosos, y me han apoyado (como pueden apoyar los animales), en momentos muy duros y una depresión muy fuerte que sufrí al acabar la carrera.
Después he recibido un correo de la universidad, algo que ha sido un ataque directo. Se de buena tinta (alguien que ya se fue de la universidad me lo advirtió en su día para que me andara con cuidado con cierta gente que “malmetía” de mí) que algunos compañeros que procesan un aparente buen rollo me han llamado “trepa” y otras lindezas a mi espalda, todo porque desde que entré a trabajar me he implicado como siempre lo suelo hacer.
Inciso/divagación mental: La gente no comprende que quiera hacer cosas más allá de mis obligaciones (como pueda ser tirar de la organización de las Jornadas), o que me meta en mil proyectos porque si, o que dedique mucho tiempo a la I+D y publique en congresos de impacto cuándo se me paga únicamente por dar algunas clases. Comencé en la universidad con un contrato a media jornada y con muchas promesas de recompensar mi valía. 3 años después, y aparentemente solo por circunstancias de la vida (echaron a una compañera y hacía falta cubrir mucha docencia), he conseguido mejorar mi contrato a 30 horas. Aún así, mi implicación es mucho mayor que la media de la gente que está a tiempo completo, y eso levanta ampollas en muchos que ya están establecidos en sus puestos e, imagino, ven peligrar su estatus de comodidad. Puedo entender que tengan ciertos temores, pero no que se me insulte a la espalda y se me juzque tan fácilmente.
Retomando el tema de hoy, en el correo que tan mal me ha sentado, se me acusaba públicamente, y por parte de un superior, de estar buscando “guerra” con los compañeros vía e-mail. Anteriormente, habíamos cruzado unos correos entre todos los del departamento al estar discutiendo acerca de los objetivos de este año. Contesté a un correo de una compañera (a la que tengo gran estima, y siempre que he podido le he echado un cable, y ella lo mismo a mí) con un tono más que tranquilo (se que tengo mala leche, pero reconozco cuándo la tengo), y hoy se me acusa abiertamente de algo que no he intentado hacer. Puedo entender un comentario en privado, pero no una acusación en público, con una valoración extremadamente subjetiva y, siguiendo mi intuición, seguramente provocada por comentarios de esos mismos terceros que ya en su momento “malmetían” de mi persona.
Todo esto me ha cabreado mucho, y también me ha puesto muy triste. Si ya desde hace tiempo me planteo el dejar la universidad, y cada vez me cuesta más rechazar las ofertas de trabajo que recibo, ahora siento estar llegando al punto más crítico de toda esta situación. Lo poco que me retiene es el hipotético tiempo que tengo para terminar mi Tesis, la buena relación con la gran mayoría de mis compis del C-15 (¡sois la ostia, joder!), y la buena relación con la gran mayoría de mis alumnos y ex-alumnos, que les basta ver un twitt o un estatus del Facebook en el que indico cierto mal estar para preocuparse por mi. Realmente, para mi, uno de los placeres de la educación es el contacto con la gente joven, nuevas ideas, nuevas formas de ver el mundo. Tenemos unos alumnos que, en su mayoría son algo vaguetes, pero al final demuestran ser bastante buenos en media (algunos unos verdaderos cracks, como Pablo, Luis, Adrián, Borja, etc.) y son unas excelentes personas, que llenan mi día a día más allá de lo que se puedan imaginar.
Ahora, una serie de preguntas/divagaciones que seguramente no tengan respuesta, o que no merezca la pena ni plantearse realmente. Pero siento la necesidad de soltarlas. ¿Como es de ético que un superior aplicando únicamente criterios subjetivos te eche una especie de “bronca pública” delante de todo tu departamento? ¿Cómo se puede tratar de crear un buen ambiente de esta manera? ¿Por qué siempre se persigue a aquellos que se dejan más las narices en hacer que las cosas cambien y mejoren? ¿Por qué la gente critica a los que somos claros y directos, y luego, hipócritamente, malmeten por la espalda? ¿Por qué algunos se creen que están por encima del bien y del mal? ¿Cómo se debe sentir alguien cuándo criticaba a su ex-superior y, ahora que ya no está en su empresa, comete sus mismos fallos, y algunos todavía peores?
Dejo ya de escribir, aunque mi cabeza sigue en plena ebullición. Supongo que hoy no pegaré ojo, y mañana el viaje a Seoul promete ser muy duro, y más con estos ánimos.
P.D: Siento que me haya salido un post con tantas inconexiones. Es difícil expresar con palabras un estado anímico como el de ahora. Además, a 10.000 kilómetros de distancia de la gente que quiero (especialmente de Montse, mis padres y mis bichos), estos momentos se hacen más duros. Se que si Mon me abrazara ahora mismo, todo sería más fácil. También se que si estuviera andando por los pasillos, se me acercaría Adrián, o algún otro [alumno+amigo], y entre tontería y tontería lograrían animarme.
P.D.2: Tengo que dar las gracias a Frankie, que siempre me ayuda con sus consejos y apoyo, y me trata de relajar. Realmente, este viaje sin su compañía, podría haber llegado a ser una experiencia traumática.
P.D.3: En la tienda Puma había unas chapas “super fashion”, así que le llevo una a mi Trizia, de su paleto con mucho cariño 😉