Spotify, ¿otra revolución tecnológico-musical?

La historia de la música está llena de revoluciones gracias a una incontable cantidad de genios que innovaron con nuevos instrumentos y nuevos estilos musicales, yendo a contracorriente de las tendencias de la época y generando nuevas tendencias. Curiosamente, en los últimos años las mayores revoluciones dentro de la música no vienen tanto de la mano de los músicos como de la tecnología. El walkman y el discman marcaron en su momento una revolución en cuanto a la forma de consumir música, permitiendonos escuchar música en cualquier lugar y en cualquier momento. Posteriormente el mp3 acercó la música a la era digital y, ya con el mp3 bajo “la manga”, el iPod arrasó y se convirtió en el “dispensador musical” por excelencia. Siguiendo la revolución del iPod, iTunes marcó otra revolución al transladar el mercado discográfico de un panorama más trandicional, con ventas físicas de productos a un marketplace ubícuo y digital. Y es que en el fondo estos avances tecnológicos han conseguido revolucionar la música porque se han convertido en la herramienta que permite cambiar los hábitos sociales, tanto de los consumidores como de los generadores de los contenidos.
Recientemente he descubierto Spotify, y “me huele” a ser otro producto revolucionario. Spotify es una especie de iTunes pero donde no compras las canciones, no te las descargas para consumirlas después, si no que las consumes al momento, un puro servicio de streaming de música. ¿Y qué tiene de nuevo Spotify? Para mi la gran revolución que presenta es el haber conseguido que las discográficas (al menos algunas) estén de acuerdo en permitir este tipo de consumo, a cambio de introducir publicidad entre las canciones o de una cuota mensual (10 euros al mes). Spotify ha conseguido cambiar los hábitos de distribución de grandes discográficas (y seguramente lo haga con muchas más), pero también está revolucionando algunos hábitos de consumo de la música: ya no tenemos que preveer qué es lo que querremos escuchar para comprarla con anterioridad. Ahora, entre el deseo de escuchar algo y la posibilidad de tenerlo sonando apenas pasan unos segundos, algo muy interesante para muchos usuarios. Por otra parte, el que existan usuarios dispuestos a pagar no por “poseer” una canción en formato físico (vinilo/cd) ni digital (mp3), si no por el derecho a escucharla, supone un gran avance, y estoy seguro que esto será una revolución.

Hay ciertas críticas a Spotify, algunas en la línea de comparar este servicio con Last.fm. Para mi son dos servicios muy distintos y complementarios. Last.fm se encarga de generar nuestro perfil musical, mientras que Spotify es nuestro “jukebox” ubicuo que sirve como alimento básico de Last.fm. Me encanta Last.fm, pero prácticamente ha llegado a donde puede llegar, hace todo o casi todo lo que se espera de él, mientras que Spotify es apenas un bebé y puede avanzar en múltiples direcciones, de hecho tiene mucho sentido que en un futuro cercano Spotify nos ofrezca música en función de nuestro perfil de Last.fm, algo realmente simple de hacer.

Sin embargo, la mayor revolución vendrá de la llegada de Spotify al iPhone (o iPod Touch) que, esperemos, ocurra pronto. El poder consumir ya no solo lo que queremos ni cuándo queramos, si no desde donde queramos, será algo totalmente rompedor: escuchar música ofrecida por Spotify mientras estamos en el gimnasio, o conectar el iPhone a unos altavoces en una fiesta y poder escuchar lo que se quiera.

Y quizás no sea Spotify quién triunfe al final en esta carrera. Pero, como poco, habrá sembrado las bases del consumo de música en un futuro cercano.

P.D: A mi no me hizo falta invitación para darme de alta, basta con acceder directamente a la página de registro de Spotify (enlazada aquí), en lugar de acceder a través de su web.