¿Pero que narices me envidias?
Cuando en una conversación con alguien que no conoces demasiado bien me preguntan a qué me dedico, les contesto sinceramente que ahora estoy a tiempo parcial dando clases en una Universidad, para tener tiempo suficiente como para llevar adelante nuestra empresa. Debe ser porque me apasiona mucho lo que hago, por lo general casi cualquier cosa que toque me apasiona, pero especialmente cuando es algo que controlas y que te gusta especialmente, pero muchas veces me encuentro con respuestas del tipo “joder, que bien te lo montas”, o “como te envidio”, seguidas de un largo discurso sobre lo amargante que es su vida, lo descontentos que están con su trabajo, etc. Y lo peor de todo es que la mayoría de esta gente es gente que gana mucho más dinero que yo, de familias bastante más pudientes que la mía, y a las que su familia/entorno les resuelve bastantes de los problemas que puedan tener en su día a día.
Y a mi estas cosas me hacen reflexionar, y mucho, porque ¿por qué narices me envidias tu? Suelo pasar bastante del tema en estas charlas porque no merece la pena entrar a profundizar con alguien que apenas te conoce, pero muchas veces me sueltan la “chapa” del estrés de sus curros, y de lo bonito que debe de ser tener tiempo “para tus cosas”. Por lo general ese “para tus cosas” es lo que me hace empezar a pensar en muchos temas que le diría a la otra persona como:
- ¿Realmente te crees que montar una empresa son “mis cosas” y no un trabajo tan duro o más que otro cualquiera? ¿Realmente tu trabajo es más estresante que el mío? Tu sales todos los días a las 5/6, y los viernes a las 3 de la tarde. Tienes tus días de vacaciones bien pagados y encima bastante flexibilidad para cogértelos. Mi jornada habitual no está definida, y es raro que le dedique menos de 12 horas al día entre mi trabajo en la Universidad y lo que le tengo que dedicar a la empresa. Hace meses que no conozco un fin de semana sin que tenga que trabajar un buen puñado de horas, y mi mes de Agosto, las vacaciones que me ofrece la Universidad, las veo como una cantidad ingente de horas que dedicar a mi empresa. He aprendido a ser “creativo” con las vacaciones, aprovechar un par de días antes de una conferencia a la que tenga que asistir a dar una charla o presentar un artículo para visitar la ciudad y desconectar a ratos. También he aprendido a ser “creativo” conciliando vida personal y profesional, aprovechar las mañanas de los sábados cuando Montse duerme para trabajar, o aprovechar que la Universidad me pilla cerca de casa de mis padres para visitarlos algún día a la hora de la comida a expensas de ir a toda prisa de un lado a otro.
- No me digas que a ti también te gustaría tener tiempo para sacar adelante un proyecto propio. Arremángate, y ponte a ello, arriesga y abandona tu “zona de seguridad”. Allá por el 2005 estaba trabajando de consultor en la AEAT con varios proyectos muy interesantes que integraban tecnologías de minería de datos y procesamiento del lenguaje aplicadas a la detección del fraude fiscal. De aquella ya ganaba más dinero de lo que gano ahora mismo, pero me planteé si quería seguir con esa vida que no me dejaba tiempo para avanzar con mi tesis doctoral, que era algo para mi prioritario por aquél entonces. Tenía ganas de hacer otro tipo de proyectos, explotar más mi “creatividad” en lugar de estar a expensas de las necesidades de mi jefe, y decidí dar el paso de volver a la Universidad a dar clases, lo cuál significó pasar a cobrar menos de la mitad de lo que cobrara por aquél entonces (y mejor ni pensar en el aumento que me ofrecían cuando anuncié que me marchaba). Para mi el dinero nunca ha sido lo prioritario, pero si algo muy importante, especialmente cuando vienes de una familia que no es especialmente pudiente, por lo que renunciar a ese dinero también implicó renunciar a otras cosas que me apetecían: vacaciones en sitios que me apetecía visitar y a los que ahora no tengo recursos para ir, salir a cenar o quedar con mis amigos sin necesidad de estar haciendo cuentas mentales cada dos por tres, etc. Con el tiempo mis prioridades han cambiado, y el priorizar en nuestra empresa ha implicado tener que dejar la tesis un poco de lado, aunque estuviera casi a punto, y reenfocarla para ajustarla a lo que estamos desarrollando como productos. Pero si realmente “envidias” algo, si realmente te apetece hacer algo en esta vida, te va a tocar renunciar a muchas otras cosas, y si no eres capaz de renunciar a ellas, es que realmente no lo deseas, así que no me envidies.
- No es oro todo lo que reluce. Muchas veces, especialmente cuando han visto mi trato cercano con los alumnos, me han dicho eso de que “que suerte, se nota que te encanta tu trabajo”. Y la verdad es que si, compartir el tiempo y experiencias con los chicos es todo un placer, porque aprendes más de ellos que ellos de ti, y te ofrecen una continua y distinta visión de lo que tu consideras realidad. Pero ese trato cercano hay que ganárselo, y a veces cuesta. Yo no tengo la culpa de que tu decidas ir a trabajar de mala leche, de que te ofusques en que no te gusta tu trabajo y lo pagues con tus compañeros/alumnos. Muchas veces me apetecería llorar de impotencia por las complicaciones que te plantea la vida en muchos sentidos y lo que hago es ir a clase y reirme con los chicos, transmitirles que la vida es dura pero siempre las cosas son más simples de lo que parecen, algo que a veces ni yo mismo llego a creerme, pero diciéndolo trato de convencerme de ello. Esconderse tras una máscara de alegría que no transmite ningún problema te ayuda a estar más cerca de las personas con las que compartes el día a día, y te ayuda a ti mismo a estar en sintonía con el mundo, a evadirte de tus problemas. No envidies a los demás por parecer estar felices con lo que hacen, esfuérzate tu en ser feliz con tus decisiones y con tu vida.
- No te quejes por trabajar en lo que no te gusta, si te excusas en que necesitas el dinero para comprarte una gran casa y un coche de marca, porque entonces me dejas claro que a ti lo que realmente te gusta es el dinero y/o tu calidad de vida. Especialmente me hace gracia cuando me cuentan la historia de las “responsabilidades” que te da tener que pagar una hipoteca, porque la mayoría de las veces vienen de gente de familias acomodadas, a la que sus padres les han dado el dinero suficiente para pagar la entrada de la casa cuando podrían estar todavía viviendo con sus padres, o compartiendo un piso. ¿Acaso no te crees que a los demás no nos gustaría tener una gran casa con jardín en propiedad en lugar de vivir en un piso alquilado de 50 metros cuadrados en un barrio de la periferia de Madrid? Y que conste que me parece más que lógico el querer tener en propiedad tu propia casa, pero no te quejes, ya que eres un afortunado por poder pagarla y eso es realmente lo que quieres, ganar dinero para vivir cómodamente.
Y aunque este post pueda sonar a “queja” por mi vida, no lo es en absoluto. Estoy encantado con mi vida, aunque reconozco que unos días más que otros. La vida del emprendedor es como una noria, con a momentos te sientes en la cima del mundo y en otros momentos te sientes hundido, pero te acostumbras a ello. Y qué decir de la vida personal, que también tiene altibajos, así que siempre hay motivos para quejarse, pero las quejas no conducen a nada, por lo que siempre hay que luchar para ir adelante.
Podría decir que soy un privilegiado, por hacer lo que me gusta, por disfrutar con mi trabajo, pero un privilegiado por elección, un privilegiado por ser consecuente con mis ideas y mi visión de futuro, un privilegiado por ser capaz de satisfacer mi vida interior antes que la vida que expongo al mundo con coches muy caros o ropa de marca. Un privilegiado por no quejarme continuamente de mi vida, por ser capaz de tomar las riendas de mi presente y de mi futuro y de elegir acorde con mi propio criterio, y no por el criterio de lo que se espera de mi, o del ritmo de vida que tengo que llevar.
Es muy fácil quejarse, pero lo realmente complicado es actuar sobre las raíces de los problemas. Así que si notas que estás continuamente quejándote de tu vida, de todo lo que te pasa, analiza tu vida, analiza el dónde estás y a donde quieres y no quieres llegar, toma decisiones drásticas, y se consecuente con tus verdaderas necesidades, que son las que te forman como persona. No envidies a los demás porque no conoces su vida, porque no conoces los sacrificios que tienen que hacer para estar donde están. No te mires tanto al ombligo y mira hacia adelante, métete en el fango y lucha por tu vida, porque en definitiva, tu eres el único que la puede cambiar.