Cartas del diablo a su sobrino

He empezado a leer “Cartas del diablo a su sobrino” (Wikipedia), de C. S. Lewis. El libro parece muy interesante y de lo poco que he leido ya hay algunas cosas que me han parecido muy interesantes, por ejemplo:

“…los ángeles malos, como los hombres malos, son enteramente prácticos. Tienen dos motivaciones. La primera es el temor al castigo: al igual que los países totalitarios tienen sus campos de tortura, mi infierno contiene infiernos más profundos, que son sus correccionales. Su segunda motivación es una especie de hambre. Me imagino que los diablos pueden, en un sentido espiritual, devorarse mutuamente; y devorarnos a nosotros, claro. Incluso en la vida humana hemos visto la pasión de dominar, casi de digerir al prójimo; de hacer de toda su vida intelectual y emotiva una mera prolongación de la propia: odiar a los odios propios, sentir rencor por los propios agravios y satisfacer el propio egoísmo, además de a través de uno mismo, por medio del prójimo. Por supuesto que sus pequeñas pasiones deben ser suprimidas para hacer sitio a las propias, y si el prójimo se resiste a esta supresión está comportándose de forma muy egoista.

En la Tierra, a este deseo se le llama con frecuencia amor. En el Infierno, me imagino, lo reconocen como hambre. Pero allí el hambre es más voraz, y se puede satisfacer más completamente”.

A mi la reflexión acerca del amor, haciendo ver que el amor es una pasión por el control ajeno, me da mucho que pensar. De hecho cuando se ama se desea que la otra persona comparta pensamientos y sentimientos que puede que sean distintos para ella; es el deseo de sustituir sus pasiones por las nuestras, como dice Lewis.