El "Informático" ibérico o común
Más allá de la imagen social, es bueno definir qué es un Informático exáctamente (o al menos qué no es un informático), ya que si bien en otras profesiones queda clara la barrera entre profesional y aficionado, en esta profesión las brumas lo nublan todo. Un informático no es un tio que sabe mucho de ordenadores, juega mucho, ni un chaval que trastea con todos los cacharros que pilla, ni el colega de tu bloque que se descarga programas del emule y te los intala, ni el tío del despacho que sabe un poco del tema y se encarga de arreglarte el ordenador cuándo se te mete un virus. Un Informático es una persona que se ha formado adecuadamente, obteniendo conocimientos fundamentales de todas las areas que involucra este extenso campo, que abarcan desde la administración de sistemas, programación, ingenieria del software, diseño de interfaces, programación concurrente, tecnologías distribuidas, sistemas de información, bases de datos, etc.
Cuándo hablamos de un médico, queda claro que aunque tu madre sepa detectar cuándo tienes algo de fiebre y te de un ibuprofeno para que se te pase, tu madre no se convierte en un médico cualificado. Cuándo hablamos de arquitectura, queda claro que aunque tu primo prepare una masa de cemento de primera, no le dejarías a él que diseñara la casa donde vivirá tu familia. Cuándo hablamos de abogados, aunque tu pareja haya visto todas las temporadas de “Ally McBeal”, no se te ocurriría ni por asomo dejar que te defendiera (tampoco podría) en un caso del que dependiera tu vida o tu libertad. Si somos capaces de distinguir el profesional del amateur en todas estas profesiones, ¿por qué no lo distinguimos cuándo hablamos de Informática? Podemos pensar que por lo crítico de las tareas, un médico salva vidas, y un abogado te defiende ante la posibilidad de perder tu libertad, pero un Informático también desarrolla tareas críticas.
Los informáticos programamos el software que controla los aviones, coches y trenes que coges a diario. Programamos el software que controla la actividad y las anomalías en centrales nucleares. Desarrollamos los sistemas de banca que controlan el flujo diarío de dinero. Nos encargamos de que funcionen las máquinas con las que los médicos diagnostican y los programas que les ayudan a formular sus decisiones.
De hecho, un fallo en el software que regule actividades críticas, puede producir daños sin precedentes. Entre los grandes fallos del software en la historia, nos encontramos con resultados de lo más diverso, desde explosiones no nucleares sin precedentes debidas a fallos en el software, a sobredosis radiológicas que causaron 8 muertos y más de 20 heridos. Viendo que el desarrollo de software es algo también crítico, ¿por qué seguimos considerándolo como una profesión de tercera?
Esta visión sesgada de la profesión, ha llevado a que esté en gran medida denigrada y mal vista. En los últimos años, la matriculación en las Universidades ha caído de una forma brutal y, aunque la demanda de profesionales cualificados sigue subiendo, la oferta cada vez es menor. El problema de esto es que se genera una “pescadilla que muerde la cola”, ya que al haber menos profesionales, se contrata a cualquiera para tareas importantes, las cosas van mal, se habla mal de los informáticos (que realmente, en su mayoría, son no-informáticos), se denigra más la profesión, etc.
Evidentemente, para desarrollar un proyecto software completo, no es necesario que todo el equipo esté compuesto por Informáticos (Ingenieros), si no que, como en otros desarrollos, como pueda ser el desarrollo de un edificio, hacen falta diversos grados de formación asociados a distintas responsabilidades. Desde “arquitectos de software” que diseñen la estructura y se responsabilicen del proyecto, a peones/programadores que “ponen los ladrillos” del desarrollo electrónico. Y todos estos perfiles son importantes, y han de convivir para que todo funcione adecuadamente, pero confundirlos y meterlos todos en un mismo saco, no nos lleva a nada.